Tras unos años de sesudos estudios y una detenida observación sobre el terreno, Jordi Hereu ha llegado a una aplastante conclusión: las tías buenas no practican el nudismo por las calles de Barcelona.
A lo sumo hay "un par de hippies colgaos con el pito tatuado que se pasean por aquí", dice Antonio, un licenciado en Bellas Artes que ejerce de estatua en las Ramblas. "Son unos insolidarios; con la excusa de que no llevan nada encima, nunca nos echan ni una monedilla".
Éstas y otras razones de peso han hecho que el alcalde socialista presente, junto con los líderes de la oposición, una reforma de la ordenanza municipal en la que se multará no sólo a aquellos que vayan en porretas sino también a las personas que practiquen el seminudismo, torsonudismo o pecholobismo.
"Los más conflictivos son los nudistas integrales" declaró ayer un portavoz de la Guardia Urbana, "porque no hay manera de conseguir su documentación. Bueno, en una ocasión un individuo sí que la llevaba, pero no quiero ni decirle de dónde se la sacó".
El ecosocialista y segundo teniente de alcalde de la ciudad, Ricard Gomà, ha expresado que "me rasgaría las vestiduras si no fuera porque enseguida tendría un agente de la Ley al lado para reconvenirme".
El Partido Popular considera que la normativa debería endurecerse aún más. Fuentes cercanas al dirigente popular Alberto Fernández Díaz indican que se presentará una moción para solicitar que los equipos de natación sincronizada y el club de waterpolo vistan con traje de neopreno para evitar provocaciones innecesarias.
En la formación política Ciutadans se muestran francamente preocupados ya que no van a poder hacer las campañas electorales a las que nos tenían acostumbrados.
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