Este mediodía ha aparecido esta pequeña fruta entre las candidatas a servir de postre en un bol con nata. Sus rasgos casi humanos me han llamado poderosamente la atención y no he podido evitar sacarla del montón.
Mientras sus compañeras eran embadurnadas con nata azucarada para luego ser masticadas y engullidas, la fresa con nariz de persona se ha tumbado boca arriba, ha visto un rato la tele la tele y luego ha sido sometida a una breve sesión fotográfica.
Y como suele pasar en este mundo loco, la moda es pasajera, el público es caprichoso y no ha tardado en ser devorada por quienes la descubrieron y la adoraron.
No era guapa pero tenía personalidad.
In memoriam.
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