La fe y la diversión nunca han sido incompatibles. Solo hay que ver de qué manera el autor de este mural supo aislar una parte de una escena de lapidación y convertirla, para el ojo experto, en algo completamente distinto.
La postura, la actitud, los colores alegres, los destellos estratégicamente situados e incluso ese peinado desenfadado nos obligan a ver otra historia dentro del fresco, al cual denominaremos: "Dándolo todo en la pista de baile".
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