domingo, 31 de marzo de 2013

Round around the clock

Bienvenidos al ritual semestral del cambio de hora!

Cada vez que llega este día me da por pensar que el iluminado al que se le ocurrió semejante majadería se debe de estar tronchando de la risa al imaginarse a millones de personas como yo haciendo un recuento de los relojes de la casa y recorriendo las habitaciones como pollo sin cabeza para no dejarse ningún aparatejo sin sincronizar con el horario oficial.

Para añadir estrés al asunto, todos sabemos que algunos de los relojes que tenemos se ponen en hora ellos solitos pero por si acaso los revisamos igual.

En mi caso particular el trayecto de la liebre de marzo se inicia frente al ordenador personal. Este reloj es el que sé seguro que se cambia automáticamente y por lo tanto servirá de referente para el resto de relojes de la casa.


Luego, por proximidad, el reloj-bola del despacho

 
El reloj del DVD es uno de esos que siempre pienso que se pone en hora él solo, pero no. Este también hay que tocarlo.


El reloj de la tele. Automático.


El de mi mesita de noche. Manual.


El de la mesita de noche de la  Sra. Arnolfini.


El del móvil. Automático. Aunque su antecesor no lo era y me llevaba alguna que otra sorpresa.


El de la cocina el único reloj analógico del hogar desde la defunción de su compañero el reloj del baño.


Mi reloj de pulsera. Manual.


El de ella. Manual también.


Y a modo de bonus, el reloj de la cámara de fotos. Automático por cierto.


Y a respirar tranquilo durante seis meses más.

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