Como en cualquier libro de terror lo que da miedo no es lo que se explica, sino lo que se sugiere. Cada cual que piense cual puede ser la medida drástica a la que se refiere este vecino.
Tiene toda la pinta de ser hombre, no sé por qué. Y estaba enfadado cuando lo escribió, de eso no me cabe la menor duda. No es por el análisis grafológico sino porque lo ha escrito todo con mayúsculas, en su ofuscación se ha comido las tildes y en la parte amenazante ha aumentado el cuerpo de la letra, empleado la negrita y enfatizado con un subrayado. No ha puesto un emoticono de enfado porque no lo conoce, o sea que es una persona de entre 50 y 60 años.
La hipótesis de la edad viene reforzada por el hecho de que es una persona a la que le molestan los ruidos nocturnos, por lo tanto es una persona que se levanta temprano para ir a trabajar. Probablemente trabaje en un perfil administrativo cosa que le permite utilizar un ordenador y una impresora con cierta fluidez.
Es de esos a los que le da miedo el enfrentamiento directo con los demás y piensa que un cartel ambiguamente intimidatorio (que habrá pegado cuando estaba seguro de que no le veía nadie) va a resolver el supuesto problema de convivencia en la escalera. Síntoma de su pudor es que no firma ni se identifica como presidente de la escalera. Si fuera el presidente, investido de la autoridad que el cargo le confiere, pondría "EL PRESIDENTE". De este modo, escudado en el anonimato, pretende sugerir que habla en nombre de todos y el que se sienta aludido, pues que pare de molestar.
Pese a su enorme cabreo se despide con un escueto GRACIAS. Eso sí, con un tamaño inferior al resto de los textos. O sea, con la boca pequeña para que no digan que es un borde.
Daría medio brazo por infiltrarme en una reunión de la comunidad y tratar de adivinar cuál de los vecinos ha sido.
Por saber si he dado de pleno o no.
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