miércoles, 27 de octubre de 2010

Las Hermanitas de la Calidad

Hoy nos han dejado en el buzón una carta que tenía un aspecto un poco raruno, francamente.

Lo que más me ha llamado la atención ha sido la parte posterior del sobre:


El remitente está estampado con un sello de goma pero lo más destacado es que el teléfono no lleva el prefijo de Barcelona. Por algún extraño motivo recuerdo perfectamente en qué momento los prefijos provinciales se incorporaron al número de abonado: en el año 1998. No obstante he consultado en la web para confirmar y efectivamente fue el 4/4/98

Eso significa que las Hermanitas de los Pobres llevan COMO MÍNIMO doce años usando el mismo tampón (y hacer un chascarrillo en este punto sería, como mínimo, desagradable).
No sé lo que deber costar hacer un sello nuevo, pero mucha inversión no creo que represente. Aunque claro, siendo las Hermanitas de los Pobres, todo ahorro es poco.

Para mayor ahorro, la carta no lleva sin sello ni ningún tipo de franqueo postal, así que o bien ha venido a la finca una Hermanita o han mandado a un pobre en persona, a saber.
Dentro del sobre viene un folleto informativo a dos colores y con fotos en blanco y negro. Aquí ya he empezado a apreciar un mayor despliegue de medios.

El tríptico charla sobre la Navidad (esta gente se ha adelantado incluso a El Corte Inglés, que ya es decir), la Generosidad (así, con mayúscula) y qué fácil es colaborar con su organización. Ojo al dato, que no tienen para sellos y tampones, pero tienen una página web: http://www.hermanitasdelospobres.es/

La cosa se pone a nivel profesional cuando leo que los donativos pueden realizarse por transferencia bancaria, cheque, giro u otros medios, y que si se requiere, ofrecen recibos para la deducción fiscal.

O sea, que poca broma con las Hermanitas porque cuentan con servicio jurídico, asesoría fiscal y compran las direcciones a una empresa especializada en bases de datos.

Si no fuera porque soy un descreído y un insolidario, hasta me haría gracia hacer una pequeña contribución a la causa.

Pero con las monjas no se juega, que uno acaba recibiendo su merecido.

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