domingo, 18 de septiembre de 2011

Clásicos revisitados: Comunicación de la Seguridad Social

Poco a poco, el caos del Universo empieza a volverse tediosamente previsible. Al igual que las cigüeñas por San Blas o las oscuras golondrinas por verano, cada año (eso sí, en meses aleatorios) llega la carta de la Seguridad Social con la vida laboral y las bases de cotización.

Preciso: a mi buzón llega mi carta Y la carta del inquilino anterior. A pesar de que el hombre se fue a vivir a otro punto de la península, las cartas a su nombre empezaron a llegar a mi dirección varios años más tarde, como ya escribí en el post del año pasado. A pesar de devolver la carta al remitente con mensajes sutiles (y no tan sutiles) que señalaban la incapacidad manifiesta del personal del Ministerio de Trabajo, el error en forma de sobre vuelve a mi como un implacable bumerán. Yo me lo sigo tomando a guasa, pero es que el asunto se está volviendo un pelín cansino y pienso que un día de estos voy a perder los papeles de mala manera.

Por el momento, sigo ilustrando el cretinismo del personal en el reverso del sobre y devolviéndolo al buzón de Correos desde el que se supone que la muy ilustre cagada debe viajar en sentido inverso hasta la caverna del mal.

Pero al mismo tiempo empiezo a pensar si no será verdad que el señor al que va dirigida la carta sigue viviendo aquí. He mirado debajo del canapé de la cama, apartado las perchas de los armarios y mirado dentro de la bañera. Si este tío está aquí, no debe andar muy lejos.


3 comentarios:

  1. ¿Sabías que ya hace unos pocos años es una empresa privada la que envía las "vidas laborales" y que a los funcionarios ya no se nos permite proporcionar esa información?

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  2. Gracias por la aclaración, ciertamente desconocía ese dato. Me tranquiliza saber que la ineficiencia no es patrimonio exclusivo del funcionariado y que los ineptos que envían las vidas laborales no van a montar manifestaciones sindicales cuando decidan recortarles la ración de cacahuetes.

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  3. Ahora que... lo que sí que me preocupa es que a los funcionarios que disponen de esa información no se les permita enviársela a los usuarios y que en cambio la cedan a una empresa privada. Es para quitarse la boina, amigos.

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