Ayer quedamos en que me fui a casa con un móvil patera (sin papeles, sin tarjeta).
La dependienta Melón se tomó buena nota de mi nombre y número de teléfono con tal de avisarme para que fuera a recoger la factura y la SIM con el dinero de regalo.
Transcurrió la semana entera y yo, que me considero el colmo de la astucia, en aras de evitar echar un viaje en balde, busqué en Internet el número de la tienda y les llamé para ver si había llegado lo mío.
-Si, hola, la semana pasada me vendisteis un móvil pero no era posible hacer la factura. Tampoco teníais las tarjetas prepago que vienen con el teléfono y es para ver si te habían llegado ya.
-Ah, ya me acuerdo de ti. Sí sí, pásate cuando quieras.
-Vale, ahora voy para allá.
[Lo de que tenía que llamar, se lo ha pasado por el forro. En fin, el estrés de la vida moderna].
Me presento en el establecimiento.
-Muy buenas, he llamado antes, vengo a por la tarjeta y...
[La dependienta Melón me mira con cara de cordero degollado]
-Ayyyy... lo siento muchísimo pero después de hablar contigo me he dado cuenta de que no nos han llegado las tarjetas que estábamos esperando.
-Ejem, precisamente he llamado para confirmar y evitar esto.
[Lo que traducido viene a ser: tú eres imbécil, tía].
-Yaaaa, pero es que no me ha dado tiempo a apuntar el teléfono desde el que me has llamado y ya no te hemos podido localizar.
-Mmmm, pues la semana pasada tomaste nota del teléfono para poder avisarme.
-Ya... [=hice una bola con el papel donde apunté tus datos y lo arrojé al fondo de la papelera que tengo a mis pies]. Bueno, si quieres hoy sí te puedo hacer la factura, por lo menos eso ya la tienes.
-OK. Así no me voy con las manos vacías.
-Bueno, pues para eso necesito el número de IMEI. ¿Llevas la caja donde iba el móvil?
-Bueno, en realidad no suelo salir a pasear con ella encima.
-Claro, claro. No pasa nada, entonces necesito abrir el móvil para ver el número IMEI.
-Vale, aquí tienes.
-Uix, yo no tengo uñas, ¿lo puedes abrir tú, por favor?
[La verdad es que la tapa trasera tiene muy mal abrir; hay que hacer una fuerza tremenda con las uñas y doblar la pieza hasta que parezca que se te vaya a petar en los morros. Lo cual equivale a: "prefiero que se te rompa a ti y no a mi"].
-Muy bien, dime tu nombre, DNI, dirección, blablaba...¡Uy! ¡Javi! [co-dependiente empanado], ¡no me deja hacer la factura!
-Es que sin la tarjeta no se puede hacer la salida del producto. La SIM va asociada al aparato. Tendrá que venir otro día.
[Cojonudo, me encanta venir a este local. Sobre todo porque, no sé cómo, han logrado que en el interior haga más calor que en la calle].
Elegí mal día para dejar las pastillas de colores
-Bueno, pues nada, entonces ¿cuándo creéis que puedo venir?
-Mira, yo llamo a mi jefe y le reclamo las tarjetas y cuando tenga una yo te aviso.
[Llámalo dejá-vu, llámalo día de la Marmota, o llámalo bucle temporal, pero este diálogo ya ha sido mantenido en el pasado o en un universo paralelo, ya no sé].
-Perfecto, pues si eso ya me llamas.
-Dame tu número de teléfono que esta vez me lo apunto bien apuntado.
[El "me lo apunto bien apuntado" viene a confirmar mi anterior imagen mental de un papel arrugado cayendo en la basura].
-Pues nada, hasta la semana que viene, espero.
Continuará.
Jajajaja...mira que salir a la calle sin el IMEI... es que luego pasan cosas....y más que tendrían que pasar.
ResponderEliminarPor cierto, tienes mi móvil?