domingo, 29 de septiembre de 2013

Beberme la Coca-Cola de otro me da mal rollo

¿Qué queréis que os diga? La campaña de Coca-Cola imprimiendo nombres propios en las latas me tira más para atrás que otra cosa.


En el mejor de los casos, que sería encontrarme con mi propio nombre escrito ahí, la verdad es que no me haría ni fu ni fa.

Ahora bien, ir a sacar un refresco de la nevera y ver que pone el nombre de otro pues como que me da mal rollo. Ya no me la bebo a gusto. Más bien me pongo a pensar: "Pues Marta se ha quedado sin Coca-Cola" o: "Y la tal Marta, ¿quién será?". Ya no me relajo en toda la tarde, mi cabeza está en la pobre Marta y qué será de su vida.

Si por lo menos pusieran el número de teléfono de Marta a pie de lata pues quizás la llamaba para ver qué tal le va. Probablemente le diría que me iba a pegar unos cuantos tragos a su salud, qué se yo! Porque lo de compartir pues va a ser como que no. Yo lo veo complicado a nivel logístico (a saber dónde vive Marta y si le va bien quedar) como a nivel de pareja (a ver cómo le explico yo a mi mujer quién es Marta, y a santo de qué me voy a repartir el refresco a medias).

Que no, señores de la Coca-Cola. Que compartir está muy bien, pero una compañía como la de ustedes no puede pasar de ser abanderada del imperialismo capitalista a convertirse en enseña del socialismo utópico.

Mejor me paso a Pepsi, que por los menos sabemos a lo que van, creo...

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